Ni Suscripciones, Ni Cookies. El Nuevo Chantaje Digital de Moda
Te encuentras con un artículo interesante. Clicas. Y entonces, el muro: “Acepta nuestras cookies o suscríbete por 3,99€/mes”. Y uno piensa, pues la verdad es que no quiero ni suscripciones ni cookies. Esa es la trampa. O cedes tus datos o pasas por caja. Lo llaman “consentimiento”, pero huele más a extorsión digital que a otra cosa: es el novedoso chantaje de las cookies que poco a poco gana terreno ante la incredulidad de algunos de nosotros.
Esta nueva tendencia se está propagando como una plaga. Medios, tiendas online, incluso webs de recetas. Todo vale con tal de rascar unos datos extra o monetizar tu visita al milímetro. El resultado: una experiencia de usuario que se siente como una emboscada. Se trata de “un dark pattern”, es decir, un diseño pensado para manipular, no para informar. Porque no importa donde hagas click, ellos ganan de una forma u otra. El problema no es pagar, ni proteger los datos. Es que el usuario no elige: le fuerzan a aceptar.
Algunas de estas webs se justifican diciendo que la ley les ha obligado, que no lo hacen de forma voluntaria. ¿De verdad nos lo creemos? Miremos primero qué dice la ley.

Hola Soy Gabriel. Autor de este Artículo
En este blog no escribo para que Google posicione mi contenido. Lo hago para compartir ideas. Así que si te ha gustado, puedes compartirlo en tus redes, porque Google no lo hará. 😥
Qué Dice Realmente la Ley Europea sobre Cookies y Consentimiento
La normativa que sustenta estas prácticas tiene dos patas: la Directiva 2002/58/CE sobre la privacidad y las comunicaciones electrónicas (conocida como Directiva de Privacidad Electrónica o ePrivacy), modificada por la Directiva 2009/136/CE, y el Reglamento (UE) 2016/679, más conocido como Reglamento General de Protección de Datos (GDPR).

La ePrivacy exige que para usar cookies no esenciales se pida consentimiento explícito y previo. El GDPR, por su parte, establece que ese consentimiento debe ser libre, informado y reversible. En otras palabras: sin chantajes. El Tribunal de Justicia de la UE (caso Planet49) dejó claro que marcar una casilla por defecto o forzar elecciones sesgadas no es legal.
Entonces, ¿por qué tantas webs te chantajean para utilizar tus datos? Porque pueden. Porque los mecanismos de control son lentos y los usuarios no suelen denunciar. Nos intentan colar un dark pattern a plena vista con una lógica retorcida. Y porque cuando tantas webs utilizan las mismas falacias, el usuario se cansa de tener que defenderse y los “malos” ganan por agotamiento. Es una guerra desigual en la que el cansancio se convierte en estrategia.
¿Por Qué Quieren Cobrarme por Rechazar las Cookies?

Porque nuestros datos tienen valor económico. Cuando nos negamos a ser rastreados, las webs dejan de ganar dinero con nosotros. En lugar de adaptarse a un modelo respetuoso, crean una barrera económica para que la mayoría termine cediendo “voluntariamente” sus datos. Pero si tenemos que pagar para decir que no, no es consentimiento libre. Ergo, va en contra de la GDPR. Lamentablemente, serán los tribunales europeos quienes tendrán que pronunciarse en un futuro.
Pero tus datos no solo valen dinero. Las webs los usan para perfilarte, rastrear tus hábitos, personalizar anuncios y, sobre todo, vender esa información a terceros: anunciantes, agregadores de datos o incluso mercados de brokers digitales. Conocer tu comportamiento digital permite afinar campañas publicitarias, predecir decisiones de compra y extraer el máximo beneficio de cada clic que hagas. Así funciona hoy buena parte de la economía de la atención.
Estadísticas
Las empresas que están dispuestas a utilizar el chantaje digital en sus páginas de contenido tienen motivos de sobra para hacerlo. He buscado información por Internet y esto es lo que he conseguido. Lo escondo dentro de un widget para no entorpecer la navegación de este artículo, ni aburrir al lector. Las conclusiones no las oculto.
Aceptación de Cookies sin Prestar Atención
- Según All About Cookies (abril 2025), un 40 % de los usuarios de Internet “acepta ciegamente” todas las cookies al entrar a una web, sin leer o preocuparse por el tema.
- El informe de GWI de 2023 indica que más de la mitad de los consumidores globales (alrededor del 50 %) siempre aceptan los ajustes predeterminados de cookies, mientras que solo un 30 % toma acción para cambiarlos.
- A nivel de EE. UU., Statista señala que apenas un 10 % suele rechazar cookies por sí mismo
Aceptación de Cookies sin Prestar Atención
- Según una encuesta de Pew Research Center (2023), el 81 % de los adultos en EE. UU. piensa que la información que recopilan las empresas se usará de formas con las que no se sienten cómodos.
- Un informe de GWI (Digital 2025) revela que menos del 30 % de los internautas de 16+ se preocupan activamente por el uso de sus datos por parte de empresas
- Además, StationX reporta que 77 % de los usuarios en todo el mundo temen que su información personal sea robada
Preocupación por la Total Privacidad
- KPMG sitúa en 86 % el porcentaje de la población estadounidense que dice que la privacidad de datos “es una preocupación creciente”
- TrustArc (vía Termly) indica que el 92 % de los estadounidenses están preocupados por su privacidad al usar Internet
- Sin embargo, GWI (2025) indica que menos del 30 % realmente actúa o declara preocupación activa
Lo cierto es que GWI observa una tendencia a la baja de hasta un 7% en la preocupación por la privacidad total, respecto al 30% de usuarios que participan activamente protegiéndose. Ante estos datos, podemos afirmar que la fuga de datos de la que hablan los anunciantes y también las páginas web afecta a escala mundial a tres de cada diez usuarios. Seamos honestos, no es para tanto, ni suponen unas cifras demoledoras que impliquen tomar medidas drásticas.
- Aceptan cookies sin preocuparse 40-50 % usuarios
- Rechazan cookies activamente 10-21 % usuarios
- Indiferentes a ceder datos o consideran inadmisible la cesión 70-80 %
- Realmente preocupados por la privacidad de datos 86-92 %
- Expresan preocupación activa y actúan en consecuencia <30 %
Pero lo que sí demuestran estas cifras es que lo que hacen las páginas web está mal o, al menos, los usuarios demuestran tener un conflicto moral con ello y lo perciben como un chantaje digital. Aquí es donde la ética tiene algo que decir. Si tu modelo de negocio se sustenta en acciones de dudosa ética, el problema no lo tienen los clientes.
El Marketing Ético Como Alternativa Real
El marketing ético no necesita artimañas. Informa, propone y respeta. En este enfoque, la privacidad no es una moneda de cambio, sino un derecho. Y el consentimiento, de verdad, es consentimiento libre. Tal y como dicta la ley.

Marketing Ético
Cuando una web te ofrece contenido gratuito, pero te explica con claridad qué datos usará, cómo y para qué, y te da una opción real de negarte, está haciendo marketing ético.

Confianza
Cuando una web te da valor antes de pedir algo a cambio, está generando confianza.

Respeto
Cuando una web permite navegar sin presiones y sin crear o fomentar “dark patterns”, te está respetando como cliente. La publicidad puede existir dentro de una web, pero debe ser respetuosa.
La presión que sentimos los consumidores mientras navegamos o disfrutamos de nuestro ocio resulta injustificable y debemos afrontarlo con la tranquilidad de quien sabe que tiene razón. La educación sobre privacidad debería ser otra de las prioridades que debemos transmitir en lo referente al uso de la tecnología. Los padres deben explicar a sus hijos que no se trata de elegir, sino de rechazar. No las queremos, ni suscripciones ni cookies.
Entonces Cómo Nos Protegemos?
Antes que nada hay que aceptar que, desde el primer momento que accedemos a una web, estamos visitando una empresa ajena, con sus normas, con sus ventajas, con sus inconvenientes, con sus aciertos, pero también con sus locuras y sus estupideces. Las empresas privadas tienen precisamente esa potestad. Como las antiguas discotecas en las que un portero te prohibía la entrada por ser feo, ir mal vestido o no llevar pareja.

La única respuesta que le queda al usuario es marcharse. Eso es lo que propongo en este artículo. Algún lector seguro que está pensando que hay soluciones más simples: bloqueadores de publicidad, navegadores con privacidad integrada etc. Esa opción existe y tiene sentido, pero también envía un mensaje a los propietarios de la web, que si otros pueden saltarse las normas, ellos también pueden retorcer la ley a su interés. Dos ilegalidades no generan justicia, ni hacer lo mismo que el otro te da la razón. Así que a largo plazo, es un lose lose. Nadie gana.
Sé que es difícil dejar de ver YouTube al no querer pagar su suscripción, pero se puede hacer; se puede vivir sin ver un anuncio cada dos minutos. Sé que es tentador utilizar “Brave” para leer un artículo bloqueado, pero al final de mes, la empresa sabrá que has leído ese artículo igualmente. ¿Cómo? Porque Google al final, siempre lo sabe. Con esa actitud, solo conseguimos decirle al chantajista “Felicidades” … estás haciendo bien tu trabajo. Lo peor, es que lo estamos normalizando y no deberíamos. El mensaje debe ser claro: ni suscripciones ni cookies.
El Chantaje de las Cookies se Normaliza
¿Os imagináis entrar en una tienda física y que un vigilante os reciba con una sonrisa diciendo: “A partir de hoy, salir sin compra de este establecimiento conlleva el cargo de 1 euro” Absurdo, ¿no? Ridículo, ¿verdad? Pues eso mismo hacen muchas webs, pero en su versión digital: “Las cookies o la pasta!” ese es el mensaje. No es una escena distópica, es lo que está sucediendo con muchas webs y existe un riesgo real de que este comportamiento se estandarice si las autoridades no ponen limitaciones.
Lo que estamos experimentando hoy es una aberración. Se está normalizando una práctica que pone a los usuarios contra la espada y la pared. “Aceptas nuestras condiciones o no entras”. Y esa condición es: “dame tus datos”. Ni suscripciones, ni cookies. Esa debería ser la base, no la trampa. ¿No os recuerda a las tácticas que utilizaba la mafia cuando le decía a los comerciantes de una calle, págame por tu protección?

Debate Abierto: Ni Suscripciones Ni Cookies
No es consentimiento libre si te hacen pagar por proteger tu privacidad. No es justo presentar una suscripción como alternativa al rastreo cuando ambas opciones están diseñadas para beneficiar al recolector, no al usuario. Pero sobre todo este modelo no es inocente. Sabe perfectamente donde harás click. Tampoco se justifica desde el punto de vista de la pérdida de negocio, porque seamos honestos, perder un 30% de clientes por hacer algo antiéticos, se me antoja como un precio pequeño. Y desde luego, no justifica una acción tan desproporcionada.
Es un modelo calculado, basado en dark patterns, que usa la ley como escudo para forzar comportamientos. Y conviene recordarlo: la ley no dice que haya que elegir entre una cosa o la otra. Lo que dice con claridad es lo que no se puede hacer. No se puede condicionar el acceso a un consentimiento que no es libre, ni usar trucos para obtenerlo. Es, en definitiva, una perversión de los principios que deberían regir la web.
Las empresas que optan por este camino están hipotecando la confianza a largo plazo por ingresos inmediatos. Están degradando la experiencia digital. Están dejando claro que su prioridad no es el usuario, sino su explotación. Por mí, como si cierran o se van a la quiebra.
Conclusiones
No debería hacer falta repetirlo: ni suscripciones, ni cookies deberían ser condiciones para acceder a páginas de internet o los servicios online. Muchas webs mienten cuando se victimizan a sí mismas y les dicen a los usuarios que la nueva ley les obliga a tomar esta decisión. El futuro de nuestra experiencia en línea depende de cómo respondamos a estas prácticas. La decisión es nuestra, y el mensaje debe ser claro: “No acepto el chantaje de las cookies.” Solo así podremos avanzar hacia un entorno digital más justo y ético.
Y no olvidemos que, aunque hoy no sea ilegal esta práctica de chantaje digital, no significa que sea justo, ni que te veas forzado a adoptarlo. Que este burdo intento de quedarse con nuestros datos dé resultado tampoco significa que sea ético.
Internet necesita otro rumbo. Uno donde la privacidad no se negocie. Donde el consentimiento libre no sea una broma. Donde navegar no implique ser vigilado o pasar por caja. La buena noticia es que ese rumbo existe. Y empieza por exigirlo: como usuarios, como creadores, como ciudadanos digitales.